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LA CARCEL ES PA`L DE RUANA - WILLIAM JAVIER DIAZ PDF Imprimir Correo

LA CARCEL ES PA`L DE RUANA

 

La mal llamada “gente de bien” en nuestra sociedad, cree que la cárcel es una bendición, que les permite vivir, con algo de tranquilidad, seguridad y confianza, ya que allí llevan a los indeseables, a quienes no somos de bien, sino de “mal”.  Con este maniqueísmo creen que ellos nunca pisarán un lugar de estos, pues a lo sumo, cualquier delito que cometan será un problema venial, no entran a las cloacas de las cárceles, serán llevados a lugares especiales y por larga que sea la condena, como ‘por arte de magia’ o por la magia que da el dinero, salen sin cumplir lo más mínimo del tiempo requerido, la cárcel no es para ellos, la cárcel es pa’l de ruana, es para el pobre, el miserable, el renegado, el rebelde, en si para ese hombre y esa mujer, según ellos, de “mal”.

A la cárcel llega el “bajo mundo”, esos que viven en “escenarios altamente peligrosos”, el también conocido lumpen-proletariado, de igual forma, llegamos aquellos hombres y mujeres que pensamos diferente al statu-quo, que soñamos mundos distintos, que creemos en la necesidad de hacer real la utopía y bregamos por su construcción, unos de forma tal vez equivocada lo hacen con las armas, otros creemos en la necesidad del cambio de mentalidad de los pueblos, como algo indispensable para los verdaderos cambios, este propósito es alcanzable solo en el marco de una REVOLUCIÓN CULTURAL,  con una educación CRÍTICA Y LIBERADORA, que tiene que darse en todos los lugares que habite el ser humano, mas aun en estas mazmorras del régimen.

No siendo persona ni de bien ni de mal, más si un ser que sufre en las cárceles, hechas por los hombres para los hombres. Uno de los mejores escenarios para la sanción, la represión, el odio y la venganza, legal y “legítimamente” constituidas es la cárcel, para que algunos hombres y mujeres simulen traer al redil a las ovejas perdidas, sustituyendo un deber ministerial por un negocio ocasional, otros hombres imperfectos, como los mas imperfectos hombres de las cárceles imparten “justicia” y determinan en proporción al sufrimiento el tiempo de la pena, no el tiempo de la denominada resocialización que ellos mismos reconocen solo en el papel, que ha de ser de orden cualitativo, no cuantitativo, sustituyen la cultura por la tortura, en su inversión absurda de los valores.

Buscando aproximarnos a una dimensión mas humanizante de estos valores, en el ostracismo de los antivalores como son en esencia las cárceles, donde “Nunca tanta crueldad tan maquiavélicamente esgrimida, soporto la humanidad”[1], pues “la cárcel se ha mostrado en la historia reciente, como una de las más importantes alternativas, del Estado (solo superada por las ejecuciones extrajudiciales) para persuadir a sus ‘asociados’ de adoptar un comportamiento, que solo reproduzca sus intereses”.

En este sentido y en este lugar, desde el último rincón de un calabozo, armado de un libro, un lápiz y un papel, si en la soledad estamos; o de un vehículo sonoro de la cultura, es decir, la palabra, hemos de pensarnos el mundo que vivimos, el mundo que sufrimos y el mundo que soñamos.

Debemos ser multiplicadores de la cultura, multiplicadores de escenarios que liberen nuestras mentes, para que nuestro cuerpo soporte la miseria y la crueldad del encierro y los castigos. Desde mi condición de ateo, considero inclusive, a los grupos de reflexión espiritual (si condenan las injusticias y la opresión, y luchan por un mundo mejor) como una acción de “j”ormación liberadora, de igual manera el deporte, las artes, el trabajo y ante todo el estudio. He ahí donde debemos aportar el máximo de nuestra fuerza, capacidad y experiencia; para hacer de la prisión un escenario de verdadera resocialización  y auténtica emancipación , ya que para un hombre y una mujer libres, esto es “solo un cambio de escenario, no de misión”[2], y la nuestra como defensores de derechos humanos, educadores y ante todo librepensadores es evitar que nuestras conciencias sean también encadenadas, que junto a los millones de colombianos y colombianas, que sufrimos y somos victimas del Terrorismo de Estado, de un Gobierno Narco Paramilitar, hemos de conservar encendida la inextinguible llama de la ESPERANZA.

 

“Podrán cargar de cadenas mi cuello, pero nunca encadenaran mi conciencia”

Jose Maria Vargas Vila.



[1] Fusic, Julius. Reportaje al pie del patíbulo. Ediciones Desde Abajo. Bogotá, 2008. Pág. 14

[2] Ibid, página 15.

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