Inicio
Campaña TJER Libertad
TJER
CINE CLUB
PIENSA
TEJER
TJER en la ADE
Orlando Fals Borda
Canal TJER - Videos
Agenda Social Cultural
Busqueda Avanzada
Enlaces
Campaña TJER Libertad
Mas Leidas
Suscripción
Ultimo contenido
Sesión
Usuario

Contrasea

Recordarme
Recordar contrasea
An sin cuenta? Crear una
Syndicate
Inicio arrow Noticia arrow Entrevista Colombia Informa
Entrevista Colombia Informa PDF Imprimir Correo

William Javier Díaz, ex preso político:

"La cárcel es un espacio de resistencia"

Derechos Humanos      

Publicado el día Jueves, 11 Febrero 2016

william diaz11 feb. CI.- El profesor y defensor de derechos humanos, encarcelado en 2008 en un emblemático caso de “falso positivo judicial”, relata en esta entrevista con Colombia Informa su experiencia de organización con otros presos, analiza la libertad del coronel Alfonso Plazas Vega y el presente de los diálogos de paz.


William Javier Díaz es educador de secundaria de la Secretaría de Educación de Bogotá, coordina la Cátedra Orlando Fals Borda de la Universidad Distrital y el Taller de “J”ormación Estudiantil Raíces - TJER. Hace parte del equipo coordinador del Observatorio de DD.HH. Paz y Conflicto Alfredo Correa de Andréis. Con Orlando Fals Borda trabajó en la creación y desarrollo del Polo Democrático Alternativo. “Soy activista social, un defensor de derechos humanos, un militante, y aunque genere riesgos en un país poco democrático como el nuestro, un revolucionario”.

 

Colombia Informa: Usted fue encarcelado acusado de pertenecer a la guerrilla; cuéntenos cómo empezó todo y en qué contexto político de Colombia se dio el montaje jurídico.

falsos-positivos

 

William Javier Díaz: Todos los que hemos sido víctimas de montajes judiciales nos sentimos en principio confundidos. Yo pensé: “el que nada debe, nada teme”. Cuando una sociedad  naturaliza más de 50 años de guerra, nada le sorprende, y cuando se es defensor de derechos humanos, nos dotamos de una inmunidad imaginaria, cual si fuera un blindaje para poder vivir, pensar y actuar. Si uno como defensor de derechos humanos siempre piensa que le va a pasar algo, no actúa. Por eso hay una premisa que se ha hecho popular que dice: “¿quién defiende a los defensores de derechos humanos?”.

Yo vivía en un ambiente aparentemente normal, entendiendo que la actividad política, la defensa de los derechos humanos y el asumirse como revolucionario nos ubica como objetivo militar para las fuerzas represivas del Estado y sus fuerzas paraestatales. Cuando se dan los acontecimientos, el 14 de noviembre de 2008 hacia las 5:30 de la mañana en el colegio Saludcoop Sur en la localidad de Kennedy, consideré en un primer instante que las razones por las cuales estaba siendo detenido era por el impulso y la promoción de los derechos humanos con la reactivación que habíamos iniciado de la Red Distrital de Derechos Humanos, más aun teniendo en cuenta las características del sector de Patio Bonito donde está ubicado el colegio. Por eso también hubo una gran preocupación de mi parte y de las organizaciones de derechos humanos que llegaron a hacer el acompañamiento a esta situación, que en un comienzo se pudo tratar de un intento de desaparición forzada, pues la pareja que inicia el proceso de detención se presenta sin una orden en particular e intenta llevarme a la fuerza, propósito que no logran gracias a la valiente intervención de dos mujeres vigilantes de la institución.

 

Para la comunidad educativa del colegio Saludcoop mi detención fue algo de no creer, pues se ubicaba en el marco de las denuncias constantes que como comunidad se estaban haciendo de la violación de derechos humanos en el país y claro, tener que vivir nuevamente en carne propia esta situación hacía más dramática la experiencia en torno a la defensa de los derechos para esta comunidad que no dejó de solidarizarse y acompañarme hasta lograr mi libertad y de las demás personas detenidas en ese proceso. Aún hoy son abanderados de esta noble causa.

 

C.I.: ¿Cuál fue el comportamiento mediático en torno a este momento político donde se agravaron las violaciones a los derechos humanos y fueron habituales las detenciones arbitrarias?

 

W.J.D.: El trabajo de los medios de comunicación que están al servicio de las clases dominantes, cuando se trata de estos temas es el de macartizar, demonizar, señalar, generar todos los prejuicios necesarios para poder legitimar cualquier cosa, como detenciones arbitrarias y violaciones a los derechos humanos. En 2008 se da una nueva ofensiva política y militar de la propuesta fascista de la Seguridad Democrática, es un año donde arremetieron con mayor fuerza, pero hay una respuesta que no se esperaban del movimiento social y popular. Después de seis años de Seguridad Democrática los golpes que habíamos recibido como sociedad eran demoledores porque estaban deteniendo a todo el mundo, se naturalizaron las detenciones masivas, o como las llamábamos en la cárcel “las pescas milagrosas del Estado”. Tuve que compartir en la cárcel con media población de La Macarena (Meta), porque se llevaban poblaciones casi que enteras, una práctica fascista de lo más brutal.

Mientras estábamos en un aniquilamiento permanente del movimiento sindical y obrero, aparece de manera interesante el movimiento de los corteros de caña en el Valle, una movilización fuerte contra uno de los emporios azucareros que afectó los intereses de los dueños de este país. Renace también la USO (Unión Sindical Obrera) con el trabajo de Puerto Gaitán (Meta) contra Pacific Rubiales; también emerge uno de los sectores que más resistió a la arremetida narcoparamilitar del uribismo, el movimiento indígena del Cauca, y en ese momento nos organizábamos múltiples  movimientos sociales y políticos de Bogotá para recibir a indígenas y campesinos en la Universidad Nacional. Desde las cárceles los prisioneros políticos y de conciencia junto a organizaciones reactivábamos el Movimiento Nacional Carcelario, sin pensar que lueglos-medios-de-comunicaciono nos tocaría desde adentro.

Empezó una campaña muy fuerte protagonizada por Álvaro Uribe Vélez que hablaba de los intelectuales de las FARC, diciendo que había quienes desde los sectores académicos defendían las posturas de la guerrilla, porque nos atrevíamos desde diferentes escenarios a plantear la realidad de la situación en Colombia. Eso para el uribismo significaba ser caja de resonancia de la insurgencia. 

Estos señalamientos se hacen más complejos cuando Gina Parody, actual ministra de Educación, junto con el General  de la Policía Nacional Rodolfo Palomino desarrollan una campaña contra la universidad pública señalando que allí hacen presencia células de las FARC que promocionan y coordinan actividades terroristas, para lo cual muestran una serie de videos donde aparecen unos estudiantes encapuchados gritando arengas a favor de la insurgencia, lo cual genera una gran polémica en el país donde el rector de la Universidad Distrital Francisco José de Caldas, Carlos Ossa, defiende el derecho que tienen los estudiantes a utilizar la capucha buscando proteger su identidad en sus actividades de protesta. De esta forma, durante varios meses el Gobierno instala la matriz mediática de las universidades públicas como centros de promoción de la insurgencia lo cual desemboca en noviembre de 2008 en una verdadera cacería de brujas. Durante varias semanas y hasta meses capturaron estudiantes, profesores y otros miembros de la comunidad educativa so pretexto de estar desmantelando una gran red terrorista; el guión que se habían trazado y el libreto propuesto se estaba cumpliendo, es decir, estaban “capturando a los intelectuales de las FARC” según Álvaro Uribe. Uno de sus grandes “trofeos” es la labor internacional hecha en complicidad con organismos de seguridad mexicanos cuando capturan al profesor Miguel Ángel Beltrán señalándolo de ser alias Cienfuegos, situación que aterroriza a los colombianos y a defensores de derechos humanos del mundo, pues traía a la memoria la famosa triple “A” (Alianza Anticomunista Americana) que creaba una gran red fascista para detener y asesinar a la oposición en el continente.

En mi caso utilizaron como pretexto el hallazgo de unos supuestos cuadernos y una USB incautados a la guerrilla en diferentes operativos donde supuestamente aparecía mi nombre y el de más de 9.000 personas que aparentemente éramos parte de la insurgencia, vale recordar que en el juicio se demostró que hubo violación de la cadena de custodia y la USB fue manipulada de forma ilegal, lo cual en estricto derecho le haría perder su validez probatoria y demostraría de alguna manera cómo fue usada para incluir e inculpar a diversos líderes sociales como parte de organizaciones subversivas, tales como la directora de teatro Patricia Ariza, y hasta la misma excandidata presidencial Clara López, entre muchos otros y otras.

 

C.I.: ¿Cuál es su posición frente a la criminalización del pensamiento crítico por parte del Gobierno y la grave situación humanitaria del movimiento social en lo que respecta a asesinatos, amenazas y persecución política?

 

W.J.D.: En el escenario de la confrontación político-militar que tiene el Estado con la insurgencia, su máximo objetivo no es aniquilar militarmente a la guerrilla. Como saben que es un imposible, lo que ellos plantean es la conformación de estructuras paramilitares, estructuras de arrasamiento total de todo escenario que le permita a la insurgencia cohabitar en esos espacios, y la universidad es un escenario con esas características. La universidad se ha convertido desde la década de los años 60 en un escenario de reflexión, de crítica, de reproducción de toda la estructura educativa, pero desde la perspectiva de Jean-Paul Sartre, a la vez es un escenario donde la gente comprende, critica y subvierte. Sartre decía que la universidad es subversiva o no es universidad, subversión en sus términos es que la universidad tiene que plantearse situaciones y condiciones distintas a las existentes para poder aportar a la sociedad. Tiene que ser la conciencia crítica de la sociedad, si no, pierde su esencia. Pero en Colombia predomina el pensamiento único, así que hubo allanamientos en los años 70 donde el simple hecho de tener un libro que tuviera la palabra “revolución” era un motivo para ir a la cárcel. Luego de que el M-19 recuperara 5.000 armas del Cantón Norte el 31 de diciembre de 1978, empezaron una serie de operativos donde encarcelaron a muchos académicos y artistas, incluyendo a Orlado Fals Borda y a su esposa, la socióloga María Cristina Salazar.

 

El pensamiento crítico permite que en la universidad y la sociedad haya acción subversiva, que no necesariamente está relacionada con la lucha armada, genera planteamientos, ideas y conocimientos que critican el orden establecido y proponen la construcción de otra sociedad. Históricamente es cierto, no podemos negar que mandos del ELN, las FARC y otras organizaciones armadas han pasado por la Universidad Nacional y otras universidades; Alfonso Cano de las FARC fue estudiante del departamento de antropología, Camilo Torres Restrepo, figura emblemática del ELN, fue capellán de la Universidad y cofundador de la Facultad de Sociología. Sí, la Universidad es el reflejo del conjunto de la sociedad pero no por hacer parte de una universidad pública se es insurgente y mucho menos terrorista, la universidad como su nombre lo indica debe ser centro del pensamiento universal.  

 

C. I.: Como víctima del sistema judicial colombiano, ¿qué análisis tiene sobre la libertad del coronel Alfonso Plazas Vega?

 

W.J.D.: Un pronunciamiento de una alta Corte dijo hace algunas semanas que los guerrilleros y sus familiares no se podían declarar víctimas, eso es complejo en un ambiente de proceso de paz donde se supone se está llegando a un acuerdo pleno en torno a las víctimas del conflicto. Como defensores de derechos humanos eso es preocupante, que la guerrilla del ELN y las FARC no digan nada al respecto es delicado como actores políticos que son. Las FARC en particular pareciera que en casos como este prefieren no pronunciarse para no “generar ruido”, como dice su comandante general Timoleón Jiménez, y así no alterar la recta final de las negociaciones de paz. También guardan silencio con el caso de Plazas Vega, donde el ministro de defensa reconoce que su absolución es una especie de producto lógico de las negociaciones de paz en la Habana, en este sentido el presidente Santos dice acatar el pronunciamiento de la rama judicial respetando la división de poderes del Estado.

toma-palacio-justicia-colomQueda en libertad uno de los responsables de las desapariciones del Palacio de Justicia, un militar acusado de crímenes de lesa humanidad, y parece que nadie se pronuncia con fuerza. En uno de los apartes del fallo de absolución a Plazas Vega dice más o menos lo siguiente: “ningún agente del Estado actúa con el propósito de violar los derechos humanos, los agentes del Estado se configuran como defensores de los derechos humanos”, parecieran querer ubicar estos hechos en el escenario del efecto colateral, en un “se me salió de las manos”, o reflejarlo como hechos aislados y no como política de Estado pues, en principio, los agentes del Estado no actúan con ese propósito, según las altas cortes.

Si retomamos la famosa frase de ese coronel en plena acción militar en la “retoma” del Palacio en 1985, cuando dijo que ese operativo era para “mantener la democracia, maestro”, deja claramente demostrada cuál es la concepción de democracia para los militares que la defienden acabando con la rama judicial, la que paradójicamente hoy lo absuelve, de alguna manera este manejo de la concepción política, militar y jurídica genera confusiones, queda en el marco de la interpretación, que en el juego del poder da para mucho.

Dentro de la perspectiva ética, política y moral de una mente sana, lo de Plazas Vega es una afrenta, una agresión, un abuso a las víctimas. En el mismo momento en que están firmando un acuerdo “macro” sobre víctimas entre la insurgencia y el Estado, el Estado hace este insulto a las víctimas, y mi familia y yo, como víctimas del Estado represor colombiano, consideramos que es de lo más vulgar, de los más asqueroso, pero más allá de lo agresivo y ordinario, es una demostración clara de la prepotencia y ebriedad producida por la soberbia al considerar que han ganado una guerra. Se asumen como plenos vencedores, hacen lo que quieren, ofrecen migajas y esperan las gracias.

El Centro Democrático le hizo una gran bienvenida al coronel, ¿eso qué nos dice?, que los falsos positivos y las cientos y miles de masacres realizadas, acompañadas o promovidas por agentes del Estado van a resultar siendo ocasionadas por sujetos con desórdenes mentales que estarán rápidamente en libertad, violando así la normatividad o creando nuevas interpretaciones de la misma. Igual en derecho, en política y en la vida las cosas se desarrollan de acuerdo a las relaciones de poder, y quien se cree con mayor poder hoy en Colombia es la estructura oligárquica que desde hace más de cien años lo preserva. De paso a la izquierda se nos olvida una vieja premisa: nuestra legislación es burguesa y como tal se utiliza de acuerdo a sus necesidades y así imponer “verdades”.

 

C.I.: ¿Cuál fue su experiencia organizativa con otros presos durante el tiempo que estuvo en la cárcel?

 

W.J.D.: De acuerdo a mi experiencia puedo identificar tres estructuras organizativas; la Estatal, que cumple un papel de control y disciplinamiento, la de la guerrilla y el paramilitarismo que impone su disciplina y visión militar, cada una ubicándola en su propio matiz, una de orden social y colectivo, y la otra, la que quiere imponer a sangre y fuego la lógica del negocio de la ganancia, la rentabilidad, el “todo vale”, “todo cuesta”, “todo se paga”. La tercera estructura es la del preso social que sin ningún tipo de disciplinamiento político o militar busca imponer la ley del más fuerte. En este orden, como prisionero político y de conciencia me correspondió ubicarme en el espacio organizativo que colocaban las FARC-EP. En un comienzo hay dos momentos que marcan su visión organizativa, el primero es cuando se da la bienvenida al prisionero que ha de compartir el patio que ellos controlan, la dirigencia del mismo compuesta por varios miembros de la insurgencia, tres de las FARC, uno del ELN y uno de los presos sociales. Le dan a conocer al nuevo prisionero la normatividad vigente en el patio y cómo la misma se articula con la normatividad del sistema carcelario, en palabras de ellos son “reglas básicas de convivencia”.Adicionalmente hacen un esbozo de su concepción política y de cómo la misma rige principalmente para los prisioneros políticos y de conciencia.

 

El segundo momento que marca la visión organizativa de la insurgencia en la cárcel lo remito en una anécdota cuando algunos miembros de las FARC me dicen: “se acabó el recreo, usted por favor se organiza”, indicando que debía dejar el espacio inicial que venía utilizando en la celda (el piso) para ubicarme en un mejor lugar, es decir, en un camarote que generaría mejores condiciones para sobrellevar el encierro, que hiciera conciencia que mi permanencia en ese lugar iba a ser prolongada; si no lo hacía me correspondía abandonar el patio. Sin embargo ese “se organiza” que colocaban las FARC iba mucho más allá. Se referían a organizar mi tiempo y mi vida a futuro en el encierro, me ubicaban en un escenario real de lo nuevo que debía comprender en términos carcelarios y es la disputa constante por el tiempo y el espacio, disputa librada entre el Estado que impone sus reglas y visión, las estructuras internas de poder que aplican su propia lógica y el prisionero que, o se somete o construye escenarios alternativos. En ese sentido, hice un plan de trabajo a cinco años, inspirado en alguna manera en lo expuesto por Antonio Gramsci en sus cuadernos de la cárcel; las FARC me pedían que de acuerdo a mi formación profesional le aportara al colectivo, eso marcó mi quehacer en adelante.

libros

Varios pilares fundamentales tenía ese plan de trabajo, el primero era generar procesos de formación académica y política de orden personal que me permitieran comprender mejor la situación que estaba viviendo, es decir, entender el sentido y el significado del encierro carcelario, cuya obra inicial para trabajar era Vigilar y Castigar de Michel Foucault, que significaba vivir una experiencia distinta de lectura de esa obra, pues una cosa era leerla en el ámbito de la academia o de la curiosidad juvenil y otra hacerlo en el encierro mismo. El segundo pilar de este plan se ubicaba en acceder al espacio de “Educativas” y crear una propuesta pedagógica para ser instructor del colegio de la cárcel llamado Nelson Mandela, esta experiencia permitió construir la Biblioteca al Patio Orlando Fals Borda en el patio 2 y luego de casi dos años en tres patios más: la Eduardo Umaña Luna, en el Patio 3, la Jaime Pardo Leal en el Patio 4 y la César Vallejo en el Patio 7 (controlado por los paramilitares). También se creó un espacio de acompañamiento académico para los practicantes del cristianismo quienes acudían a estas bibliotecas a hacer sus estudios bíblicos y buscaban nuestro apoyo en torno a los referentes históricos y filosóficos de la religión.

Logramos crear el espacio de “Cine Club Al Patio” Víctor Gaviria, que haciendo uso de un televisor y un DVD nos permitió recorrer casi todos los patios de la cárcel ofreciendo ciclos de películas y debatiéndolos en escenarios de cine foro, desde El Nombre de la Rosa, pasando por El Mercader de Venecia hasta llegar a Avatar, toda una cartelera de primer nivel generando una cultura reflexiva sobre el cine. Otro espacio que emerge desde este colegio es el Taller Literario José María Vargas Vila que permitía intercambiar experiencias de lecturas de quienes frecuentaban las Bibliotecas Al Patio en un espacio común donde quien tuviera leído un libro para esa semana acudía a este espacio a comentarlo e invitar a otros para que hicieran esa lectura para luego reencontrarse y compartir diversas interpretaciones, sensaciones y emociones que deja este buen hábito.

Otro espacio menos conocido pero también muy productivo para el trabajo de los prisioneros en general fue el denominado Taller de Reparación de libros Guepetto, en homenaje a ese gran personaje de la literatura infantil, padre del inolvidable Pinocho, que inspiró de alguna manera a los prisioneros que trabajaban en la imprenta de la cárcel para tomar por lo menos un libro por semana y darse a la tarea de recomponerlo para que volviera a circular por celdas, pasillos, cambuches y hasta en las garitas de la guardia. Más bello aún se hacía este ejercicio cuando antes y después de reparados estos libros armonizaban el concierto mágico de sonrisas entre padres e hijos en días de visita.

El otro pilar que constituyó este plan de trabajo fue el buscar sumar en el esfuerzo de la reactivación de los espacios de derechos humanos a modo de comités o mesas de trabajo como la que había creado en su momento el Movimiento Nacional Carcelario de finales de la década de los 90 y comienzos de la década del 2000, viéndose reflejado posteriormente en la creación de los comités por patio y la recuperación de la Casa de los Derechos Humanos Antonio Nariño. Este esfuerzo de organización individual y colectiva también acompañó espacios de formación de la insurgencia, principalmente aportando lecturas de la geopolítica global y ciertos espacios de estudio y formación marxista, sin embargo el pilar fundamental que contenía este plan de trabajo no tenía su praxis única y principal en el escenario del encierro carcelario, respondía claramente al esfuerzo y construcción política que desarrollamos como colectivo TJER en el marco de la Cátedra de Pensamiento Crítico Orlando Fals Borda en las universidades públicas de Bogotá, espacio que se mantuvo a pesar de la persecución y señalamiento que se cernía sobre él, de alguna manera se mantuvieron los espacios de trabajo y de estudio; de esta forma se trazaba un plan que al final del presidio continúa de manera paralela al plan inicialmente organizado.

Era necesario subvertir la imposición del tiempo y el espacio y así evitar ser doblegados por el mismo, de alguna manera evitar ser “re-socializados”, mejor dicho, “re-domesticados” por la sociedad capitalista, y seguir insistiendo en la necesidad de construir otro mundo posible también en los escenarios y los espacios del encierro, enfrentar y vivir el adentro y el afuera. Hoy con la mirada reflexiva que nos da el tiempo podemos decir que vale la pena planificar individual y colectivamente la reconstrucción subversiva del espacio y del tiempo, hacernos más grandes, producto de la contradicción dialéctica entre el oprimido y el opresor, entre la víctima y el victimario, entre el prisionero y el carcelero, entre el paramilitar y el guerrillero, de ahí tiene que salir la síntesis de la paz, es decir, de la comprensión humana de la necesidad inevitable de la convivencia, porque allí a pesar de todas nuestras diferencias lográbamos comulgar en propósitos comunes, pues todos estos espacios fueron compartidos por esos actores permanentemente.

 

Fuente: http://www.colombiainforma.info/politica/derechos-humanos/3081-william-javier-diaz-ex-preso-politico-la-carcel-es-un-espacio-de-resistencia
Commentarios de Usuarios
Por favor lguese o regstrese para aadir comentarios

<Anterior   Siguiente>