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Declaracion Segundo Foro de los Pueblos 2009 PDF Imprimir Correo

DECLARACION DE BOGOTA 2009

 

FE Y RESISTENCIA PARA LA PAZ Y LA VIDA

 

EN LA ERA DEL IMPERIO GLOBAL ESTADOUNIDENSE

 

         Con los poderes de nuestras danzas, nuestra música, testimonios y oraciones, y enriquecidos por múltiples análisis, nosotros los movimientos sociales colombianos, y las delegaciones internacionales de la solidaridad, hacemos un llamado conjunto a la comunidad internacional. En Marzo del 2009 los colombianos a través del Proyecto Justicia y Vida se unieron en el Segundo Foro de los Pueblos en Bogotá, a la organización internacional, Peace for Life – Paz para la Vida. El Foro se tituló, “Sin Miedo al Imperio: La Resistencia Global de los Pueblos” y se concentró en el análisis del conflicto armado colombiano y la lucha en una perspectiva global. Paz para la Vida define sus objetivos de paz y justicia en relación a asuntos centrales que tienen que ver con el imperialismo, el terrorismo de estado, y la globalización neoliberal militarista, especialmente como ha sido forjada por el poder imperial de EEUU.

 

La delegación internacional trajo consigo solidaridad y apoyo, con un poco más de 50 activistas políticos, pastores, sacerdotes y pueblos de cada continente. Cientos de colombianos se encontraron con un propósito común con los invitados internacionales, que vinieron de Argentina, Australia, Austria, Bélgica, Brasil, Canadá, Costa Rica, Ecuador, Las Islas de Fiji, Alemania, India, Italia, Líbano, Malaysia, Nepal, Noruega, Las Filipinas, Suráfrica, Corea del Sur, Tonga, Inglaterra y de los Estados Unidos.

 

EL DOLOR Y PODER DE LA RESISTENCIA

 

         Juntos, nosotros los colombianos y los invitados internacionales tejemos la fuerza de nuestra resistencia con nuestra fé en una lucha común. Nuestra lucha se crece fuertemente en medio de la destrucción de pueblos y tierras que el imperio estadounidense – con sus corporaciones transnacionales y políticas neoliberales – le causa al pueblo de Colombia y de tantos  otros lugares.

 

         Colombia hoy lleva a cuestas la pesadilla de más de 50 años de conflicto armado, donde los grupos guerrilleros han luchado continuamente contra gobiernos colombianos corruptos. El actual gobierno explota éste largo conflicto para defender los intereses de la élite a la que pertenece, aquel 3%  de la población que es dueña de más de la mitad de la tierra cultivable de Colombia. Los conflictos dentro del país son muchos y complejos, pero nosotros levantamos nuestro grito especialmente contra el imperio estadounidense, que, frecuentemente con la complicidad de Europa, están multiplicando el dolor del pueblo.

 

         Hay esperanza, porque hoy el poder del imperio estadounidense está en decline, debido a su propia crisis económica interna y a la resistencia firme de los pueblos de Irak,  Afganistán y Palestina. Además está  la fuerza creciente de los poderes rivales representados por China, Rusia, y especialmente por los nuevos gobiernos en América Latina (en Venezuela, Brasil, Bolivia, por ejemplo) que han sido alzados por los movimientos sociales de esos países. No obstante, el imperio es todavía una amenaza. Ha dividido el globo en regiones de comando estratégicas y sostiene más de 800 bases militares en todo el mundo. Los EEUU están llevando a cabo un asalto brutal y desesperado contra el pueblo de Colombia, para buscar asegurar su poder tradicional en todas las Américas y, por extensión, en todo el mundo. El imperio tiene hambre de los recursos de Colombia, la quinta economía más grande en América Latina. Tiene un interés particular por el narcotráfico, por explotarlo y así está destruyendo la humanidad. El imperio está buscando fortalecer su posición estratégica en Colombia, ubicada entre América Central y America del Sur, y fronteriza con Panamá, Venezuela, Brasil, Ecuador y Perú. El imperio codicia específicamente el petróleo de Colombia, el tercer proveedor latinoamericano más grande de petróleo para los EEUU (después de Venezuela y México). Para alimentar su demanda interna de petróleo, los EEUU están importando más petróleo de América Latina que aún del Medio Oriente. Y con las ganancias y las inversiones en éstos recursos, el imperio juega despiadadamente un “capitalismo de casino”, una especulación financiera alta que arruina a los pueblos.

 

         Y por tanto el pueblo Colombiano se está desangrando. Mujeres, niños y niñas, ancianos y ancianas, - especialmente de las comunidades indígenas, Afro-Colombianas y las comunidades campesinas – están siendo desplazados/as y desposeídos/as de sus tierras. A la lucha de los pueblos indígenas por su tierra y su cultura el estado colombiano responde con represión y amenazas de “extinción”. Las clases medias han sido explotadas por los bancos y las agencias de préstamos. Hay millones de las desplazados/as y refugiados/as como resultado de una situación creada por los maniobras de las élites que expropian tierras para obtener ganancias económicas y poder. Estos desplazamientos no son un simple traslado de gente de un lugar para otro; sino la pérdida despiadada y forzosa de hogares y viviendas de quienes son obligados/as a vivir sin dignidad, viendo a sus seres queridos ser asesinados, torturados/as, envenenados por los químicos fumigados sobre las plantaciones de coca, que despojan y contaminan la madre tierra. Además, cuando surgen líderes que luchan por la paz y la justicia de forma pacífica y política, ellos y ellas han sido rutinariamente asesinados por los militares y las agentes paramilitares.

 

         Hemos visto éste derrame de sangre antes. Reconocemos el derramamiento de sangre del pueblo colombiano pues el imperio estadounidense lo ha ocasionado también en otros lugares. Es, por ejemplo, el mismo derrame de sangre que vemos cuando el imperio trabaja junto con Israel para desposeer al pueblo palestino de sus tierras, reforzando más de 60 años de colonización, apartheid y ocupación ilegal de Palestina. Hoy en Colombia, Israel funciona como un socio total de los EEUU en el financiamiento y entrenamiento de las fuerzas militares y paramilitares para quitarle la tierra al pueblo ilegalmente, como lo hacen en Palestina.

 

         Es el mismo derramamiento de sangre que históricamente hemos visto en las invasiones y  ocupaciones del imperio en las Filipinas, por sus recursos y posición estratégica, en la división y militarización brutal de las Coreas, en las más de un millón de vidas perdidas en la guerra de los Estados Unidos en Vietnam, en la colonización militar de Puerto Rico, en el aislamiento económico y la invasión de Haití, en las intervenciones brutales en las luchas democráticas de Nepal, en las invasiones de Granada y Panamá y en el embargo y los ataques a la revolución del pueblo de Cuba.  Hoy vemos el derramamiento de sangre continuar en la guerra y ocupación de Iraq (un millón de civiles sacrificados al imperio), en el sufrimiento de mujeres y hombres jóvenes en las fábricas de “las zonas exportadoras de libre comercio,” en los feminicidas  (asesinatos de mujeres) no investigados en Guatemala, en las redes de trata de blancas (mujeres especialmente), en las celdas de tortura de Abu-Ghraib y la Bahía de Guantánamo, en la explotación del pueblo Dalita, las acciones y omisiones del Imperio en Rwanda, el Congo, y Sudan, y en los planes del imperio por más militarización en Afganistán. Aunque nos reunimos en Bogotá, también podemos escuchar los gritos de Sri Lanka, donde los civiles mueren en los ataques del gobierno apoyado por los EEUU en el nombre de “una lucha contra el terrorismo.”

 

         El imperio tiene su propia religión, creyendo que éste derrame de sangre es un sacrificio necesario para la globalización, para la civilización – para el futuro de todos los pueblos. Muchas iglesias cristianas predican ésta teología, aprobando el sacrificio de los pobres, o llegando a ser cómplices por su silencio con este sacrificio de la tierra y sus pobres.  Nosotros rechazamos esta teología del sacrificio para la globalización imperial. Nosotros desafiamos ser las ovejas sacrificadas por los pretextos y proyectos del imperio – ya sean llamados “Guerra contra el terrorismo,” “ Guerra contra las drogas,” o simplemente “desarrollo.”

 

UNA LLAMADA Y COMPROMISO DE FE CONTRA EL IMPERIO

 

         Sin embargo, nosotros no estamos únicamente sangrando. También estamos respirando vida y celebrando el surgir de la vida, aún dentro de los poderes del imperio estadounidense. Respiramos en medio de nuestra resistencia y luto y viviendo una nueva cultura de la memoria, recordando qué debemos ser guiados/as por el sufrimiento de nuestros ancestros y mártires. Respiramos y nos oponemos a los demonios estructurales del imperio: la avaricia y violencia que debemos llamar por su nombre y resistir en todo lugar. Respiramos en un ecosistema frágil de aire y agua, y estamos así unidos y empoderados por todos los pueblos de ésta tierra, de la cual nacemos y nos nutrimos todos. En Bogotá, nosotros los indígenas, cristianos, musulmanes, budistas, y otras personas con conciencia, celebramos juntos/as ésta nueva espiritualidad de vida. Esta espiritualidad rompe las políticas y religiosidades de egocentrismo, individualismo, avaricia y promueve paz y vida con justicia.

 

         Por ello nuestro dolor y lamento se han levantado  en fé , con una nueva espiritualidad anti-imperial nutrida de muchas fés que guían la organización de nuestros movimientos populares. Sobre todo, tenemos como ejemplo el liderazgo de las mujeres y madres de los/las desposeídos de Colombia y de todas las personas desposeídos de todos los pueblos. Esta espiritualidad es parte de una revolución de valores y prácticas espirituales en todo el mundo.  Hacemos un llamado a todas las comunidades de fé y conciencia a ésta revolución, sean de una u otra religión o sin religión – para participar en las espiritualidades de fé resistiendo al imperio hoy desde sus propios lugares.

 

Nos unimos a nuestros hermanos y hermanas colombianos y colombianas para judicializar al estado colombiano y al sector financiero por sus crímenes contra la humanidad, especialmente cuando las corporaciones multinacionales han saqueado al país. La guerra y el despojo contra todos, especialmente contra los campesinos, tienen que terminar. La colonización y el racismo contra los pueblos indígenas tienen que acabar, especialmente contra los pueblos raizales del Caribe colombiano. Pensamos que es también urgente que se judicialicen los crímenes contra la ley internacional tanto en Colombia como en Palestina.

 

         Hacemos un llamado a nuestros hermanos y hermanas que están bajo represión o en crisis dentro del imperio de los EE.UU. y celebramos su espiritualidad y resistencia contra su propio gobierno imperial.  Su crisis económica es parte del caos múltiple que afecta a todas y todos en el mundo, impulsados por las aventuras imperiales y las intervenciones del poder global de los EEUU. La sangre que derraman ustedes al interior de los EEUU forma parte de riachuelos de sangre que brotan de las heridas abiertas que el imperio ha causado alrededor del mundo.

 

         A todos los que escuchan nuestro llamado en cualquier lugar del mundo, les ratificamos nuestro compromiso y nuestra determinación a resistir las muchas estrategias del imperio hoy. Aquí en éste Foro hemos analizado y lamentado como nuestro planeta se encuentra en peligro, pero tenemos esperanza porque estamos construyendo nuevas estructuras para acelerar el tiempo de la liberación del imperio para todos aquellos que son oprimidos en la tierra.

 

 

 

Informes:

 

Proyecto Justicia y Vida

(57) 1 2858912

 




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